El pasado viernes 23 de mayo con alegría nos reunimos como comunidad para elevar nuestros corazones a Dios a través del canto en el Festival de la Canción Mariana, actividad dedicada a la Santísima Virgen María, la Madre del Señor, la Estrella de la Nueva Evangelización y modelo perfecto de la fe.
El festival no es solo una expresión artística, sino también una proclamación de nuestra fe. Como nos enseña el Papa San Juan Pablo II en su encíclica Redemptoris Mater, María está “unida íntimamente a la obra salvífica de su Hijo” (RM, 38). Cantar a María es, por tanto, cantar al misterio de la Encarnación, al amor que se hizo carne en su seno virginal.
En cada nota musical que elevamos, está el deseo de imitar sus virtudes: su humildad, su obediencia, su perseverancia en el dolor, su amor maternal por todos nosotros. María no es solo un personaje histórico, es madre viva en el corazón de la Iglesia. Como dijo el Papa Francisco: “Donde hay una madre, hay ternura” (Evangelii Gaudium, 288). Y donde hay ternura, hay lugar para Dios.
¡Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros!










