Siendo la segunda de siete hijos, Claudina Thévenèt nació en Lyon, Francia el 22 de enero de 1774. Cuando apenas contaba con 15 años de edad estalla la Revolución Francesa, hecho que marcaría a nuestra Santa Fundadora el resto de su vida, pues es a partir de entonces que comienza a notar que todas las miserias del mundo se derivan de la falta de Dios en el corazón de los hombres..
Tras el asedio de su natal Lyon en 1794, Claudina se ve obligada a presenciar el cruel asesinato de uno de sus hermanos. Y es para entonces cuando -podría decirse- comenzaría su misión en el mundo.
Dios tiene una manera misteriosa de actuar, es por eso que gracias a los episodios de violencia que agitaron a toda Francia durante aquellos años, Claudina pudo hallar el camino que Dios había deparado para ella. Dicho camino no era otro que dar a conocer a todo el mundo el mensaje del Evangelio y difundir en el corazón de todos, principalmente en el de los más chicos, el amor a Jesús y a María.
El primer hecho que tocaría el corazón de Claudina, sería el encuentro con un sacerdote, el padre Andrés Coindre, quien dejó a su cargo el cuidado de un par de chicas que habían perdido todo en medio de la guerra. Claudina no vaciló un instante y se hizo cargo del par de muchachitas. A partir de entonces Dios concede a nuestra Fundadora el carisma que más tarde ella imprimiría en la Congregación de Jesús – María: la formación cristiana a niñas de escasos recursos.
Sin embargo, no es hasta el 31 de julio de 1818 que, por medio del padre Coindre, Dios le indica a Claudina que es hora de formar una comunidad consagrada a cuidar y velar por el bienestar de las niñas desamparadas.
«Dios te ha elegido»
– Padre Coindre
Fueron sus palabras textuales. Y es así como, el 6 de octubre de ese mismo año se formó la Congregación de Religiosas de Jesús-María sobre la colina del Croix Rousse.
La vida de nuestra Fundadora fue una lucha constante e incesante por llevar a Jesús y a María hasta lo más profundo de los corazones de las niñas. Libró todas las batallas que la vida fue atravesando en su camino, pero guiada por la voluntad de Dios supo evadir todos los obstáculos y sembró la semilla de lo que hoy es una sólida congregación religiosa con presencia en cuatro de los cinco continentes.
“Es necesario ser madre de las niñas- solía decir- sí, verdaderas madres, tanto del alma como del cuerpo” Y quizás sea esto lo que mejor saben hacer hoy día las Religiosas de Jesús María: acoger a cada una de las niñas como hijas suyas, y formarlas para vivir según las enseñanzas de Cristo.
«Es necesario ser madre de las niñas, sí, verdaderas madres, tanto del alma como del cuerpo»
– Santa Claudina Thévenet
El 3 de febrero de 1837 Santa Claudina parte a la casa del Padre a la edad de 63 años, dejando como legado esta preciosa congregación al servicio de la Iglesia.”Qué bueno es Dios” fueron sus últimas palabras.
Fue beatificada el 4 de octubre de 1981 y canonizada el 21 de marzo de 1993 por el Papa Juan Pablo II, siendo fijada su fecha litúrgica para el 3 de febrero. Actualmente sus hijas espirituales, esparcidas por todo el mundo, dan fe de las enseñanzas de Santa Claudina y son testimonio vivo de la perfección de la obra de esta humilde santa que no pretendía otra cosa que llevar a Cristo a nuestros corazones.